AVENIDA RIVADAVIA
Las letras de las canciones son poesías, o mejor dicho,
algunas letras de canciones son poesías. Letras de tango, de folklore, de
canciones populares y de rock. Incluso muchos autores de música popular han
publicado libros de poesía.
Entre los pioneros del rock argentino están sin discusión los
grupos Almendra y Manal. De Almendra se decía que sus letras eran “voladas”,
llenas de imágenes producto de la sensibilidad incomparable de Luis Alberto
Spinetta. Por el contrario, de Manal se decía que sus letras eran concretas,
sabés de qué están hablando.
Hoy, en este espacio de Collar de Perlas dedicado a la
poesía en las letras de las canciones populares, vamos a hablar de “Avenida
Rivadavia”, de Javier Martínez y que apareciera en el primer disco de Manal, en
1970.
La ciudad de Buenos
Aires tiene la calle más ancha del mundo, la Avenida 9 de julio y también la calle más
larga del mundo, la Avenida Rivadavia, o por lo menos eso se dice, o se decía
sin mayores datos que confirmen esta sentencia. Pero más allá de la verdad o no
de la frase, Rivadavia es una avenida que nace en el bajo porteño y cruza todo
Buenos Aires de este a oeste. En esta calle estaba la casa de Alejandro Medina,
bajista de Manal y a poca distancia de
ésta, la casa de Claudio Gabis, guitarrista del grupo, en el barrio de Caballito, y en la esquina de
Rivadavia y Jujuy se encuentra el legendario bar La Perla, en pleno barrio del
Once, frente a la Plaza Miserere. Rivadavia es el límite donde las calles que
vienen del sur cambian de nombre hacia el norte, Jujuy se transforma en
Pueyrredón y en esta avenida estaba la Cueva, el mítico lugar adonde iban los
primeros rockeros argentinos a tocar.
En esos años de bohemia y primeros atisbos de hipismo local,
el recorrido habitual podía comenzar en algún bar de la calle Corrientes, de
ahí a la Cueva a tocar y a escuchar música y luego a seguir divagando hasta
caer en La Perla, donde se podían quedar hasta cualquier hora porque nunca
cerraba. En La Perla se escribían canciones y se podía compartir un café con
leche que dure toda la noche. En esos lugares se naufragaba, es decir se
trataba de pasar el mayor tiempo posible sin irse a dormir. Se inventaban
palabras y se compartían las cosas que cada uno escribía.
La canción que hoy vamos a compartir abre con la siguiente
frase:
“caminamos una calle sin hablar, Avenida Rivadavia” y nos
imaginamos a estos jóvenes que estaban inventando el rock en castellano casi
sin saberlo, caminando en la madrugada soñando con poesías y melodías.
La música del tema tiene un arreglo de guitarra jazzera que
sería la marca registrada de Claudio Gabis. Como eran un trío, Gabis hacía el
ritmo y la melodía en una única guitarra y desarrollaba acordes que demostraban
la influencia del jazz y del blues que fue el sello de Manal.
La percusión de Javier Martínez no era el batir furioso del
rock’n roll, tenía sutilezas que también mostraban formación jazzística y las
enseñanzas de su padre, uruguayo y murguero.
La voz en este tema es inolvidable para el que la escucha ya
desde la primera vez. Es la primera canción que canta Alejandro Medina y
demuestra además del sentimiento negro, su virtuosismo en el bajo, hilvanando
notas que superan ampliamente la típica marcación del ritmo que habitualmente
hace ese instrumento.
Una letra urbana, que nos lleve a una calle típica de Buenos
Aires, no la calle del paseo bucólico, sino el lugar que recorren miles de
trabajadores día, tarde y noche.
La referencia siguiente al tren, que tiene la poesía de
Martínez nos habla de la soledad en la multitud.
“Y pensé: ¿cuando subiste a mi tren, mujer, que yo no te
ví?”
La Avenida Rivadavia también
cruza la plaza Once o Miserere, de donde salen los trenes que van al
oeste y es claro que para muchos porteños la referencia y la vinculación con el
tren es inevitable.
¡Las mañana incoherente me sonrió, una burla que volaba se
escapó” es quizás la única concesión a la metáfora que se permite Javier.
Un último comentario. Hay una versión que muchos años
después grabó Fontova, cantando con el acompañamiento de Gabis. No hay caso, la
comparación con la voz potente de Medina hace que Fontova parezca un rubiecito
tierno del grupo Abba.
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